¿Cómo fueron los carnavales en la Nava en otros tiempos?
- psoenava
- 12 may 2015
- 4 Min. de lectura
Durante estos últimos años la celebración del Carnaval en la Nava es bastante modesta. La tendencia nos lleva a una cada vez menor participación y expectación. Atrás han quedado esos años 90, en los que el martes llenaba las calles de colorido, ingenio con gente disfrazada metida en su papel. Pero no siempre ha sido así. La tradición de los carnavales en el pueblo ha cambiado mucho y muchas veces con el trascurrir de los años y sus circunstancias históricas. El siguiente artículo no está documentado, sino que recoge el testimonio de alguien que lo vivió en primera persona. Narra cómo se celebraban los carnavales durante la II República en el pueblo.
Hasta el año en que empezó la Guerra Civil los Carnavales en la Nava era una fiesta grande. Era una celebración con gran aceptación y participación popular. Se componían de tres días: el Domingo Grande, el Lunes de Carnaval y el Martes de Carnaval. En el miercoles de ceniza no había grandes celebraciones, pero se enterraba a la sardina.
En el Domingo Gordo se comía en las casas el cocido con chorizo gordo. El chorizo gordo era el mejor chorizo que se hacía y tenía en las casas, hecho con las tripas gordas del marrano. No todo el mundo lo tenía. Los mas necesitados carecían de él.
Por la noche había baile. Por aquel entonces no había en los locales orquesta ni músicos, sino que tocaba un organillo. Ese día no se disfrazaba nadie, aunque salían vestidos con los mejores trajes que tenían para la ocasión.
El Lunes de Carnaval por la mañana salían por las calles, quien quisiera hacer la broma, con un palo y un higo atado de la cuerda. Todavía sin disfrazar y con la cara descubierta, iban pregonando por la calle: “al higo, al higo. El que no tiene gusano es porque se le ha salido.” Los chiquillos del pueblo salían con alboroto corriendo detrás de ellos.
Por la tarde y por la noche la gente iba al baile. Se llamaba la “Fiesta de las Máscaras”. Había muchos bailes (locales) para elegir. Uno estaba arriba del bar que actualmente se llama la Uña 20, que era también de la misma familia. Otro en la terraza del Casino, encima de lo que ahora es el salón parroquial. Este era para las clases más altas del pueblo. Encima de la pastelería la Escocia había otro, y en la calle del Rosario también, aunque para entrar a este último se debía ser socio.
Los hombres se disfrazaban con el traje típico de carnaval de la zona: de clon. El disfraz se componía de un mono de manga larga, con las perneras hasta los tobillos y rematado con volantes en los tobillos y las pecheras. Estaba hecho con telas de colores muy vivos y coloridos. La cara la tenían tapada con máscaras muy grandes, y los hacían irreconocibles. Y en la cabeza llevaban un caperuzo muy alto. “-¡De noche daba miedo encontrárselos por la calle!”, comenta mientras lo describe. En la Nava había una “casa de trajes”, donde alquilaban estos trajes de clones, y otros como trajes de torero, etc. Al entrar en los bailes los hombres disfrazados debían enseñar su cara al portero, tanto a la entrada como a la salida, como medida de seguridad, para tener controlados a los asistentes en caso de que hubiera algún altercado. Para el resto de la gente no eran reconocibles. En algún caso ha bailado una madre con su hijo y no ha sido capaz de reconocerlo.
Las mujeres se hacían los vestidos de carnaval en casa, con las telas que tenían a su disposición: las cortinas, las colchas... Pero aunque se disfrazaban, no había un traje específico típico para ellas.
El martes se celebraba el “Baile de Manteos”, que tenía lugar por la mañana en la plaza del ayuntamiento. Las mujeres se vestían de traje regional, con los manteos segovianos, y los hombres no llevaban traje regional.
Por la tarde y por la noche había baile con máscaras también, pero ya no se vestían los hombres de clones, sino con otros disfraces.
Una anécdota que sucedió en cierta ocasión durante esos días, fue cuando una sirvienta de los Becerriles salió de pretendienta de uno de ellos, y a ella la sacaron coplas. Concretamente esta:
“Dónde estará la Fregona,
que en el baile de arriba no está.
Se habrá ido al baile “La Peña”
a ver si encuentra a alguno de gabán”
El baile “La Peña” era para la alta sociedad del pueblo.
Cuando empezó la Guerra Civil se perdió esta tradición en el pueblo. Se prohibió llevar máscara o la cara cubierta, entre otras medidas.
Actualmente en algunas partes del mundo todavía siguen saliendo clones a la calle en carnaval. Una de ellas es en Cajamarca (Perú). No he encontrado documentación gráfica de aquellos clones que salían por la Nava, pero cabe pensar que tendrían un aspecto parecido a estos peruanos.


(Las fotografías aquí incluídas están tomadas en Perú en el año 2013)
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